lunes, 27 de febrero de 2012

Derecho y no obligación



Soy de ese tipo de persona que está segura que su voto no cambia elecciones, así que tiene poco o ningún peso. De hecho hasta hace poco no votaba porque consideraba que no venía de ahí, con el actual panorama he aprendido que esa era una concepción errónea y que, aunque mi voto no suponga un cambio, es importante y debe estar.

Siguiendo una línea similar, tampoco creo que las manifestaciones de hoy en día sirvan para nada más que para que los medios digan que habían 3.000 personas, el gobierno 30 y quien la organiza 300.000 asistentes. Sin embargo, considero que es fundamental que haya gente que sí crea en ellas y las haga. Si todos fueran como yo íbamos a ir apañados. Así que estoy a favor de que se hagan, aunque yo no crea en ellas. Lo mismo con las huelgas.

Antes de seguir quiero hacer un breve inciso sobre la actualidad catalana, concretamente de Barcelona. Mi voz no tendrá fuerza pero por lo que a mi respecta censuro aquellos medios que han demonizado a los trabajadores de TMB (Transports Metropolitans de Barcelona) por convocar una huelga la semana del Mobile World Congress 2012 en la misma Barcelona. ¿Qué se han pensado? Una huelga es una acción radical - entendido como última opción de ser escuchados agotado el diálogo ya - para llamar la atención sobre una situación que no está bien, que alguien sufre, y que espera que así, la gente vea y se tomen medidas. Si estos trabajadores la convocan un domingo, se rien de su cara. Oh, es que el Mobile World Congress da muchísimo dinero y prestigio a la ciudad... ¡por supuesto! ¿A qué les han oído entonces? Es la fiinalidad, quien no llora no mama, y hay que molestar mucho para que te hagan caso. Además, me parece criminal que con las subidas anuales que sufrimos los usuarios del transporte "público" esta gente tenga que quejarse porque no ven sus sueldos o cobran una miseria. ¿Dónde van a parar esos aumentos de precios?

Cierro mi inciso que se alargó de más. Hablaba de huelgas y manifestaciones. En el caso de estos trabajadores han sido escuchados, no sé si los que les hayan prometido será suficiente o no, pero se hicieron notar. Pero, ¿qué pasa cuando es una huelga de educación? ¿O contra la reforma laboral, o por el corte de nuestros derechos? Mi imagen mental es clara: los que mangonean y, disculpen la palabra, putean, se fuman un puro y se echan unas risas. Aún así, que se atraganten con sus risas, es necesario que haya quien se movilice.


Ahora al quid de la cuestión: existe en nuestra Constitución recogido un derecho a la manifestación y huelga. Muy bien. Pero, ojo, un derecho, al que la gente puede acogerse o no. Y esta entrada, aparte de filosofear de todo un poco, viene a hablar de aquellos que no lo ven así. Estos días hay convocadas huelgas en mi universidad por lo menos, imagino que es más o menos extensivo. El tema es, y ¿los que no tienen de qué quejarse, están en contra de la huelga y quieren hacer clase? Se fastidian. Y saldrá quien queráis a decir que no blabla. Los llaman esquiroles. En el momento que les han puesto un nombre, empezamos mal. Piquetes. Otra palabra clave. 


Sinceramente, no lo comparto. De igual manera que apoyo y considero básico que haya quien se movilice pues, la educación como otros aspectos de la vida social se está yendo al garete y al final ni podremos pagarla; también apoyo - crea yo que se equivoquen o no - y respeto que haya quien esté de acuerdo y con lo cual quiera ir a clase a recibir su docencia. Que se lo impidan es directamente incoherente con la queja que manifiestan. No queremos que nos dificulten e impidan estudiar, pero no dejas que tu compañero que no está de acuerdo con la huelga vaya a clase. Pues no. Existe el derecho, no la obligación. Y se debe respetar la decisión de quienes piensan diferente a ti y quieren seguir su rutina académica, aunque no estés de acuerdo con su decisión.

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