Tanto la casa blanca como la culé andan revueltas estos días y eso que no hay ningún Clásico en vista. Unos en la final de la Copa del Rey y otros líderes en solitarios en la Liga deberían tener motivos sobrados para que la calma reinara, pero no es así.
El motivo de la intranquilidad de los grandes no es otra que sus capitanes de buque, el líder en la batalla, la voz en el campo: su entrenador. Si bien el futuro del entrenador azulgrana, Pep Guardiola, flota en el aire, aún no ha renovado y a pesar de las confianza mostrada por parte de directiva y jugadores, seguimos sin su confirmación; su homónimo blanco, José Mourinho, tiene contrato pero no da la firmeza de que vaya a cumplirlo íntegro, sus viajes asustan en la capital.
No vamos aquí, como todos los medios deportivos, a discutir si se irán o no, si se queda uno solo, los dos o ninguno. Yo quiero hablar del, cuando ya no estén, hoy, mañana o en cinco años ¿qué? El banquillo del F.C.Barcelona o Real Madrid son una perita endulce que muchos anhelarían sumar a su currículo, sin embargo, la labor post-Guardiola/Mourinho puede convertir ese fruto en veneno.
Empezaré por Mourinho. Aunque no me gustan sus métodos extradeportivos, no soy de entrenadores fulleros y artimañas diversas, su historial deportivo y cómo hablan de él le dan crédito. Donde ha ido, ha ganado. Si se fuera este año, con una Copa del Rey, la Liga a buen seguro (3 grandes ligas y una menor, es todo un hito) y la Champions como misterio, en 2 años. No está mal, es cierto. Pero es superable. Aunque tenga mérito extra habérselo quitado al mejor Barça de la historia. Sin embargo, más que superar sus títulos cosechados (porque números tiene muy buenos), su sucesor se encontraría con dos problemas:
1. El enorme poder que ha acumulado en solo dos años Mourinho dejaría un gran vacío y en manos de Mendes, este agente que lleva varias de las actuales estrellas del equipo, incluido al entrenador. Hacer frente a este hueco de poder y la influencia de un agente ajeno es algo que no creo que enseñen en las escuelas de entrenadores.
2. Funde a los equipos. Sus estancias no suelen ser largas, explota un once tipo que le funciona, aunque este año rota más en el Madrid. Tras su marcha, el equipo se hunde en el más profundo pozo pongas a quien pongas. Ejemplos como los del Chelsea e Inter que boicotean a su entrenador y suspiran por el luso.
Guardiola es otro caso. Llegó como novato y noi de la casa y su éxito aparte de inesperado es histórico. Sextete en su primer año, un hito en el fútbol moderno, lleva 13 títulos de los 16 jugados, el año pasado solo la Copa se le resistió: dos Champions, tres Ligas, dos Mundiales de Clubes, dos Supercopas de Europa, una Copa del Rey y tres Supercopas de España. Eso en un equipo venía de vivir un pasillo al máximo rival y el declive de Ronaldinho. Actualmente Pep es el Barça. Sus decisiones sobre fichajes no siempre han sido las correctas, pero su gestión del grupo, la constante promoción de cantera y reinvención de su estilo lo ha elevado a los altares del fútbol. Ningún entrenador que traigan logrará 13 de 16. Ni siquiera sabemos si lograra la excelencia deportiva a la que nos han malacostumbrados. ¿Habrá vida después de Pep? Claro, la hubo tras Cruyff y todos los demás. Pero va a ser muy dificil. Los retos del nuevo serán claros y cuesta arriba.
1. Lograr que el equipo mantenga el hambre del títulos aunque pierdan a su guía y mantener su excelencia de juego. Se le van a sumar problemas inevitables como la edad, Xavi y Puyol se hacen mayores y algún día empezarán a bajar su nivel, aunque no lo parezca. Abidal tampoco es un chaval y a Villa lo trajimos mayor.
2. Éxito, éxito y éxito. No ha habido año en que el Barça de Pep no haya ganado un mínimo de tres títulos. Lo del de Santpedor ha sido una auténtica hazaña y un enorme lastre que deja de herencia a quien venga. Ganar dos Champions en un equipo que le costó su mejor versión lograr la primera, inasumible.
A su manera, cada uno está dejando el listón muy alto, superarlo, seguir adelante y continuar siendo grandes de Europa será la misión de estos dos clubes que deben estar por encima de individualidades, aunque éstas pesen tanto y sean tan determinantes.
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